Ossian
Ossian, bodega ecológica, vive la manifestación de los denominados «lloros sangrantes» con la llegada del calor.
“Lloros sangrantes”
Los lloros sangrantes o lloros naranjas corresponden a una de las etapas más curiosas y vistosas del ciclo vegetativo de la vid. Cuando la viña vuelve a despertar, se empiezan a producir pequeñas pérdidas de savia en las heridas de poda. Pero solo algunos casos singulares propician estos lloros coloreados tan llamativos.
“Vuelta a la actividad”
Tradicionalmente, los viticultores franceses de las regiones de Borgoña y Burdeos denominan como “lloros sangrantes” a un particular lloro de la vid cuyo bello colorido -entre anaranjado y rojizo- contrasta de manera excepcional con el propio tronco de la cepa. Aunque, a priori, pudiese parecer que la planta se encuentra enferma o quizá está sufriendo algún tipo de ataque externo, nada más lejos de la realidad.
Una de la primeras manifestaciones de la “vuelta a la actividad” de las cepas tras el letargo invernal, viene dado por el lloro de la propia vid. Tras la poda de invierno y con la llegada de temperaturas más suaves, la vid comienza el ciclo vegetativo. Fruto del movimiento de la savia y tras las “heridas” sufridas en la poda, el lloro se hace visible en los cortes realizados.
Cepas prefiloxéricas
Una de las curiosidades de sus cepas prefiloxéricas es que han aprendido a convivir en mutualismo con un grupo de hongos característicos, compuesto por especies como el Aureobasidium spp, el Fusarium acuminatum, Fusarium merisomoides o el Epicoccum nigrum, que se alimentan de ese lloro de nuestras cepas sin perjudicarla.
A su vez, la capa formada por este grupo de hongos, impide que otras especies fúngicas perjudiciales penetren en la planta en uno de los puntos más vulnerables tras la poda. El grupo de hongos va tornándose de una pigmentación rojiza mientras se alimenta y, de ahí, esa coloración tan característica.